LIBERTAD ABSOLUTA DE CONCIENCIA

Cómo me «uní» a la masonería y por qué

masonería liberal en Frencia

«Cada Logia tiene así su particular fisonomía y orientación, expresión colectiva de los ideales y tendencias individuales de los que la interpretan.»

No podría afirmar con certeza cuándo escuché por primera vez sobre la masonería.  

Tal vez fue a través del estudio constante de la vida, obra y pensamiento de un hombre digno y leal al juramento que hiciera. Me refiero al Presidente Salvador Allende Gossens, un socialista y masón, que soñaba con un rumbo nuevo para América Latina y su Patria, es decir, la construcción de una sociedad más justa, fraternal e igualitaria...  

Todos sabemos que esa idea de justicia social provocó la ira de la reacción, de la oligarquía y del imperialismo. Dando paso a las horas más oscuras y amargas de la historia de Chile.  Con los años, apareció en uno de los canales de televisión un programa documental, esos que generan más dudas y preguntas que respuestas, que volvió a despertar en mí el anhelo de saber más sobre la masonería. 

 

“Más que una institución, más que una tradición, más que una sociedad, la masonería es una de las formas de vida divina sobre la tierra.”

Joseph Fort Newton

La curiosidad persistía y, con el tiempo, desarrollé un anhelo más profundo de entender lo que se ocultaba detrás de tantos signos y de tantos ataques infundados y persecusiones atroces durante la historia. 

Cuando aún vivía en Chile, el entonces diputado de la República, don Octavio Jara, hoy en el Oriente Eterno. me habló de la necesidad que tenemos los seres humanos que defendemos ideas de justicia social y solidariad humana, de pulir nuestra piedra bruta, y me invitó a conocer un poco más de cerca la centenaria Gran Logia de Chile y que no me olvidará de anotar en un cuaderno todas las preguntas, pensamientos e inquietudes que despetaba en mi el tema de la "misteriosa" hermandad de los masones. Situación que no prosperó como yo esperaba, ya que faltaban solo semanas o un mes para volver a Suecia. Así fue como una vez en de regreso en Estocolmo, encontré después de esa conversación mucho material en internet. Contacté al autor de uno de los artículos que más me impactaron; en aquel entonces, no existía WhatsApp, así que comenzamos a intercambiar correos electrónicos, pero ellos, el o los autores del Blog que me interesaba, residian en Jerusalén y Tel Aviv en Israel. Hubo debates, ciertamente, especiales, pero también recogí relatos de individuos que discutían sobre principios éticos, esfuerzo personal y un tipo de trabajo más introspectivo que externo. 

En estas tierras observé también cómo los masones se mantenían activos, discretos, pero dedicados a hacer lo mejor por la comunidad, lo que despertó en mí no una aventura, sino un camino que parecía tener orden, seriedad y propósito. 

Con el pasar de los meses, encontré en Estocolmo a viejos amigos que sin pedirlo volvieron a hablar de temas masónicos. Nuestras charlas eran extensas y enriquecedoras. Nunca hubo promesas ni urgencias, solo el deseo de escuchar, compartir y confiar. 

Pero un día me hicieron una pregunta y así se presentó la oportunidad de ser iniciado en la que fue mi logia madre. 

Sabía algunas cosas, lo suficiente para alimentar aún más mi curiosidad, pero no tenía idea de lo que significaría realmente vivir esa maravillosa experiencia. 

En el día de la Iniciación, estaba bastante nervioso. No por temor, sino por la pasión que atraía lo desconocido. No obstante, lo que sentí al final fue una alegría tranquila e inolvidable. Tuve una agradable sorpresa, ya que entre los asistentes había muchos que me conocían desde la pubertad; nunca pensé que encontraría rostros tan familiares en un momento tan simbólico. En ese instante, comprendí que este camino se había construido a lo lejos. También recuerdo lo que me dijo uno de los Hermanos aquella noche: "Es una travesía solitaria, pero en compañía". 

Y así es. Cada persona avanza por su trayectoria, a su manera, pero con el apoyo invisible y constante de los Hermanos y Hermanas que están a nuestro lado. Desde aquel momento, he cambiado. No me he transformado en otra persona, me he vuelto más auténtico. 

Empecé a escuchar antes de hablar, a reflexionar antes de reaccionar. Deje de ser tan impulsivo e intransigente. La imagen de la Piedra Bruta me acompaña; todo lo que hacemos puede y debe ser refinado, ajustado y mejorado. 

Esta sencilla idea se ha convertido en un desafío diario. He ganado paciencia, atención y la habilidad de escuchar. También he conseguido hermanos y, en algunos casos, verdaderos amigos. Con ellos, aprendí a discutir sobre temas significativos con profundidad y respeto. Y crecí intelectualmente al escuchar a mentes realmente brillantes, Hermanos con una perspectiva del mundo que me obligó a reconsiderar muchas cosas. 

Hoy traigo este testimonio como un acto de agradecimiento y también como una fase de continuidad. 

Este sitio nació días después del comienzo de mi viaje. Y aún sigue siendo un lugar vivo, donde muchos han expresado, reflexionado y compartido. No se trata de comenzar desde cero, sino de avanzar en el trabajo. 

La masonería no es perfecta; ninguna familia lo es. Sin embargo, es una escuela y un espacio para el desarrollo personal, el crecimiento interno y la escucha profunda. Uno se transforma, lentamente, con paciencia, método y calma. 

Y si estás en la puerta y tienes dudas, llama. Si llegas en paz, serás recibido con agrado. 

Mira humildemente al Cielo, y si tu corazón es verdadero, verás que en el Templo siempre hay espacio para otro masón o masona libre.

Mi palabra.