LIBERTAD ABSOLUTA DE CONCIENCIA

La verdad que emerge del pozo, armada con su látigo, para castigar a la humanidad

El látigo de la verdad

«La verdad y la mentira se encontrarán algún día.»

“La verdad que emerge del pozo armada con su látigo para castigar a la humanidad” (título original de la obra: La Vérité sortant du puits armée de son martinet pour châtier l'humanité) es una pintura creada por el escultor y pintor francés Jean-Léon Gérôme [1], en el año 1896. 

La pintura pertenece a las colecciones del museo Anne-de-Beaujeu, en Moulins, Francia, y está vinculada a una antigua parábola del siglo XIX.

La vergonzosa verdad…

"La verdad y la mentira se encontrarán algún día."

La Mentira le dice a la Verdad: «¡Hoy es un día maravilloso!». La Verdad mira al cielo y suspira, pues el día era realmente hermoso. Pasaron mucho tiempo juntos, hasta que finalmente llegaron a un pozo. La Mentira le dice a la Verdad: «El agua está muy rica, ¿nos bañamos juntos?».

Verdad, desconfiada una vez más, prueba el agua y descubre que, en efecto, es muy agradable. Se desnudan y comienzan a bañarse. De repente, Mentira emerge del agua, se pone la ropa de Verdad y huye. Verdad, furiosa, sale del pozo y corre a buscar a Mentira para recuperar su ropa. El mundo, al ver a Verdad desnuda, aparta la mirada con desprecio e ira. La pobre Verdad regresa al pozo y desaparece para siempre, ocultando su vergüenza en su interior.

Desde entonces, la Mentira ha recorrido el mundo, disfrazada de Verdad, satisfaciendo las necesidades de la sociedad, porque, en cualquier caso, el Mundo no alberga ningún deseo de encontrar la Verdad desnuda.”

Esta parábola tiene otro final, que dice:

“La verdad, a su vez, se negó a vestirse con ropajes de mentira. Y sin nada de qué avergonzarse, salió desnuda a recorrer las calles y los pueblos. Y desde entonces, por eso, a los ojos de mucha gente, es más fácil aceptar la mentira disfrazada de verdad que la verdad desnuda y cruda.”

Pero, dada la sublimidad de la Verdad, ¿se dejaría engañar por viles mentiras hasta tal punto? ¿Se bañarían la Verdad y la Mentira en las mismas aguas?

¿Quien abraza la Verdad está condenado a ser engañado? ¿Mentir es lo mismo que robar?

¿Acaso la verdad no siempre triunfa sobre la mentira?

¿Por qué la humanidad se ha dejado engañar tanto por las mentiras que ha adoptado sus vicios?

¿Acaso la humanidad siempre esperará el látigo de la verdad?

¡La verdad es pura! Y precisamente por eso, es susceptible de ser engañada por las mentiras.

Pero la Verdad es sabia, fuerte y bella; juzga, sentencia, aplica castigos, sanciona y enseña, con Sabiduría, a la vergonzosa Mentira y a sus seguidores, a sus ignorantes secuaces, y, independientemente del factor tiempo, la Verdad siempre prevalecerá con Sabiduría.

Alexandre Fortes, Grado 33 – CIM 285969 – ARLS Cícero Veloso No. 4543 – GOB-PI

Notas

[1] Jean-Léon Gérôme (Vesoul, 11 de mayo de 1824 – París, 10 de enero de 1904) fue un escultor y pintor académico francés.

Fuente

 

(*) Alexandre Fortes - www.freemason.pt

 

En la búsqueda
de la Verdad

La palabra verdad sugiere condescendencia entre lo que se piensa y lo que se ve. Su etimología viene del latín “veritas” compuesta con las palabras “veris” verdadero y la palabra “tas” cualidad. 

En el seno de nuestra augusta institución se reciben hombres (como especie, no como genero) libres y de buenas costumbres. Y desde esa libertad se da el respeto a las diferencias, a la diversidad de “universos” que trabajan en las logias, cada Hermano tendrá su verdad y para encontrarla habrá de transitar por un camino de continua deconstrucción y construcción. 

Por lo que la verdad de cada cual se manifestará de diferente manera según el proceso y avance personal de cada masón, aunque la metodología del trabajo masónico es la misma para todos, podría decirse que es una misma ruta, con diferente destino para cada uno. 

Ya que la encomienda o divisa de la masonería es el esclarecimiento de las consciencias, que cada uno descubra los tesoros soterrados que lleva dentro, su verdad, su esencia. 

Y desde esta postura la masonería nos exhorta a encontrar la manera de gestionar nuestro ego para que este no sea un obstáculo, sino una herramienta adecuada que contribuya al crecimiento personal. 

Para encontrar esa verdad que como principio rector habrá de llevarnos al siguiente nivel en todos los ámbitos de nuestra vida, haciéndola más plena y libre es necesario conocernos, gestionar un adecuado manejo de emociones, pensar antes de actuar, esto es, evitar ser reactivo, utilizar la duda filosófica y guardar silencio viéndolo no como inacción, sino como pausa reflexiva antes de accionar. 

En la masonería no existe una única verdad para todos, ya que lo que para mí puede ser una verdad, para otra persona puede ser totalmente lo contrario. 

En un mundo donde desde pequeños se nos van introyectando “verdades absolutas”, dogmas y adoctrinamientos que no admiten cuestionamientos y que van en detrimento de nuestra esencia, condicionándola, limitándola y por lo tanto encadenándonos a cumplir con determinados constructos sociales en los que se nos indica encajar y seguir, ante tales circunstancias, contamos con la luz del conocimiento que se alza cual fuego que nos regala Prometeo, iluminando nuestra consciencia e invitándonos sutilmente a ser lideres asertivos de nuestras vidas, a no necesitar de dogmas o adoctrinamientos para encontrar nuestra verdad. 

Pero esta búsqueda no es cómoda, ni fácil, habrá de pagarse un alto precio para acceder a nuestra esencia, a nuestra verdad y es que, el autoconocimiento no es un proceso ni lineal, ni bello, por lo menos no del todo. 

Entonces es importante tener claro el objetivo de este proceso y confiar en los guías que se irán manifestando cuanta más ecuanimidad haya en nuestra vida. 

Somos nuestros propios profetas, nuestras acciones del presente vaticinan en gran medida nuestro porvenir, por eso la importancia de que haya congruencia entre lo que pensamos, decimos y hacemos. 

Ser sabios es poner el conocimiento en acción, no solo basta conocer es necesario hacer. 

Y dado que la existencia no admite representantes, de nosotros depende, de nadie más, ser agentes de cambio que marquen una diferencia favorable en su entorno. 

Y todo esto desde una perspectiva de fraternidad masónica, sabiendo que nuestras acciones también impactan a nuestro entorno, en su libro Moral y Dogma, Albert Pike menciona que “Lo que hacemos por nosotros mismos muere con nosotros. Lo que hacemos por los demás y por el mundo permanece y es inmortal”. 

Sabiéndonos poseedores de un poder para generar en el mundo un impacto positivo, cabe preguntarnos: ¿Qué estás dispuesto a transformar en ti para alcanzar una vida de sabiduría y respeto hacia los demás? La masonería fomenta una vida de honestidad, congruencia y transparencia, valores esenciales en la transformación personal. 

Que tu verdad te haga libre. 

Es cuanto.

(*) RLS Círculus Acaciae