LIBERTAD ABSOLUTA DE CONCIENCIA
El marco filosófico y simbólico del Rito Francés
Llegados a este punto deberíamos ahora definir el marco simbólico y filosófico que define a la Masonería de Rito Francés Moderno.
Diremos que el Rito Francés se vehicula entorno a tres mitos fundamentales:
- la construcción del Templo de Salomón,
- el paso de las Tinieblas a la Luz,
- y la leyenda de Hiram Abif.
Más allá de estos tres mitos constitutivos, el Rito Francés Moderno no incluye otros elementos simbólicos o filosóficos provenientes de otras fuentes o tradiciones, ciertamente legítimas, pero ajenas a los propósitos de la Masonería Especulativa inicial.
Dicho esto podemos convenir que el Rito Francés se fundamenta en lo filosófico en los principios de Libertad, Igualdad y Fraternidad del mismo modo que lo hace toda la Masonería Liberal y Adogmática, pero anclándolos en la necesidad de que la Orden Masónica se constituya y actué como elemento dinamizador del proyecto de perfeccionamiento personal del Ser Humano pero a su vez, de la Emancipación de la Humanidad.
Dos objetivos pues que marchan al unísono y que deben realizarse conjuntamente de forma necesaria, dado que el uno sin el otro dejarían la misión de la Masonería a medio hacer y la Gran Obra permanecería incompleta.
El Rito Francés es Humanista porque se fundamenta a la vez en la Razón y la Intuición, pero no es religioso ni místico porque considera que el pensamiento religioso, místico y sagrado implica la sumisión del Ser Humano a una realidad absoluta trascendente y el Rito Francés considera estos ámbitos del dominio exclusivo de la apreciación individual de cada uno.
El Rito Francés es simbólico porque su proyecto se desarrolla y se realiza a través de los símbolos constructivos que aportan a cada Masón conocimientos prácticos para avanzar en su vía de perfeccionamiento.
El Rito Francés proclama y defiende la libertad absoluta de conciencia y la Laicidad.
En relación a este punto, hay que recordar que desde sus propios orígenes, la Francmasonería se constituyó como un proyecto universalista por «Unir lo Disperso» y por ser el «Centro de Unión» entre personas de procedencias, ideas y concepciones filosóficas diferentes y que sin ella hubieran permanecido separadas entre sí.
Así pues, podemos decir que la Francmasonería es una institución que, por su propia esencia, no se adscribe a ninguna cultura, religión o ideología política concretas y que en virtud de su concepción integral y universalista del ser humano, define y delimita una clara orientación ética y una actitud vital comunes a todos sus miembros.
Esta voluntad conlleva, como corolario necesario, la defensa de la Laicidad, entendida como un principio de organización de la vida humana que aspira a la realización de la Libertad y la Igualdad basadas en la autonomía del ser humano y de la igualdad entre todos ellos por encima de las diferencias contingentes que los separan.
En este sentido, la decisión aprobada en el Convento Gran Oriente de Francia en 1877 en la que se suprimía la mención al G.·.A.·.D.·.U.·. se adoptó con el objetivo final de reafirmar solemnemente la radical defensa masónica de la absoluta libertad de conciencia de sus miembros y de la Laicidad como principio de organización política y social universal basado en la convivencia y la tolerancia.
La Libertad, entendida por el Rito Francés como el estado natural y deseable del ser humano y que se fundamenta en el principio republicano de la «no dominación coercitiva» de una persona sobre otra en ningún ámbito de la existencia humana y que encuentra sus fundamentos últimos en el desarrollo del autoconocimiento: el socrático «Gnóthi Seautón» («conócete a ti mismo») y el kantiano «Sapere Aude» («atrévete a saber»).
Solo en estas condiciones, la Libertad puede fundamentarse en torno al segundo pilar de la divisa Masónica, la Igualdad, que no supone una vindicación del igualitarismo sino de la plena igualdad de oportunidades y el derecho a un tratamiento igual que concurre desde el punto de vista ético y moral entre el Yo de todos los individuos para que estos puedan estar capacitados, desde su Libertad, para poder realizar con plena autonomía sus personales proyectos de vida.
La combinación de la Libertad y de la Igualdad, conjuntadas bajo estas premisas, es lo que dota al Rito Francés de un carácter radicalmente democrático, que se refleja en su organización, en su funcionamiento y en su práctica ritual y simbólica.
De este modo, la firme defensa la Igualdad que proclama el Rito Francés y que desde sus inicios ha abanderado la Francmasonería, se plasmará en el principio establecido en la Declaración de los Derechos Humanos de la ONU de 1948 cuando se afirma que: «todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y en derechos, y dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros».
Esta afirmación, nos lleva al tercer gran pilar de la Francmasonería y que en el Rito Francés actúa como elemento clave en su compromiso social con la Emancipación de la Humanidad en su conjunto.
La Masonería considera que todos los seres humanos, sean o no masones, deben tratarse y considerarse entre sí como hermanos.
Dotados de Libertad y en un marco de Igualdad entre ellos, la Fraternidad es el valor en el que convergen y se realizan en toda su plenitud los dos principios anteriores.
Para un Masón del Rito Francés, no existe separación alguna entre la Fraternidad entre los Francmasones y la Fraternidad de éstos con la Humanidad en su conjunto ya que el programa de Emancipación del Ser Humano que dio carta de naturaleza a la misma existencia de la Francmasonería deben ponerse al servicio del máximo objetivo de la liberación social de todos y cada uno de los seres que forman el género humano.
Es por ello que la acción social y cívica se convierte en un imperativo ético y moral para cualquier Masón que practique el Rito Francés de tal modo que en su camino de perfeccionamiento personal, el trabajo socialmente activo y comprometido, se convierte en un imprescindible deber y en una parte esencial del Método Masónico.
Esta particularidad, es quizás el elemento clave que aporta un mayor valor añadido a la práctica de la Masonería de Rito Francés marcándolo con un sello distintivo más característico. Nuestro campo de acción es el Ser Humano y la Humanidad entera y nuestro propósito es contribuir activamente a alcanzar su completa liberación moral, ética, intelectual, espiritual y social. Distintos prismas y distintos objetivos, que los Masones de Rito Francés concebimos como un inseparable todo y que constituye nuestra última razón de ser.
La Obra de la Ilustración es, en los tiempos que nos han tocado vivir, una tarea a medio hacer y que hay que completar.
A la Gran Obra de la Masonería le queda aún un largo trecho que recorrer para culminar su objetivo fundacional y el Rito Francés ofrece a los Masones que lo practicamos, un Método y una práctica revolucionaria que conformará los pilares de una nueva Humanidad de un tiempo aún por venir.
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