LIBERTAD ABSOLUTA DE CONCIENCIA

¿Qué fue la
descolonización?

Masonería Primitiva

«La descolonización fue el proceso de independencia de las colonias en relación a sus metrópolis europeas y reclama el derecho de autodeterminación de los pueblos colonizados.»

La descolonización fue el proceso de independencia de las colonias en relación a sus metrópolis europeas. Surgió en África y Asia a mediados del siglo XX y reclama el derecho de autodeterminación de los pueblos colonizados. 

La mayoría se independizaron en el siglo pasado, quedan diecisiete territorios por descolonizar, entre ellos el Sáhara Occidental, la última colonia de África.

 

“El arte de vencer se aprende en las derrotas.”

Simón Bolivar

Las demandas de la descolonización siguen activas: van desde la soberanía política y económica hasta la deconstrucción de cánones de belleza o el reconocimiento de tradiciones, culturas y lenguas indígenas.

A partir del siglo XV, y especialmente en el XIX, los países europeos emprendieron una expansión colonial en América, Asia y África. El colonialismo cimentó la globalización con la apertura de rutas comerciales, el intercambio de tecnología e ideas e impulsando la economía de las metrópolis. Sin embargo, este progreso fue a costa de la dominación europea sobre sus colonias, que se tradujo en su explotación económica y la subyugación de los colonizados, que sufrieron abusos y esclavitud.

 

El impulso de la Segunda Guerra Mundial y la Guerra Fría

Tras siglos de dominio, la oportunidad de la descolonización llegó con la Segunda Guerra Mundial. Potencias europeas como Francia, Bélgica o el Reino Unido se vieron amenazadas o incluso ocupadas por la Alemania nazi. Los habitantes de sus colonias participaron en la guerra esperando que después se les concediera la independencia, pero las metrópolis se negaron. Por tanto, la élite intelectual de las colonias aprovechó la debilidad europea tras el conflicto para lanzar movimientos nacionalistas y anticolonialistas.

Estos movimientos ganaron fuerza durante la Guerra Fría apoyados por las dos nuevas potencias globales: Estados Unidos y la Unión Soviética. Ambos países cuestionaron el sistema colonial y apoyaron el proceso de independencia de los nuevos países. No obstante, la disputa ideológica y geopolítica entre los dos bloques sustituyó el colonialismo europeo por el imperialismo estadounidense.

Numerosos líderes anticoloniales, que también se oponían al imperialismo de la Guerra Fría, se reunieron en la Conferencia de Bandung, en Indonesia, en 1955. Apostaban por la coexistencia pacífica y rechazaban la lógica de bloques, por lo que constituyeron el Movimiento de Países no Alineados, neutrales en la disputa entre las superpotencias. Inspirados en figuras previas como Mahatma Gandhi en India y su desobediencia civil bajo el colonialismo británico, destacaron líderes como Gamal Abdel Nasser, militar y estadista egipcio que abogó por el socialismo árabe e impulsó el panarabismo.

 

Rechazo o dialogo: La respuesta de las Metrópolis

La descolonización se encontró muchas veces con la resistencia de las metrópolis. Un ejemplo dramático fue el de Francia. Después de participar en la Segunda Guerra Mundial, los argelinos esperaban tener los mismos derechos que los franceses, pero se les siguió considerando ciudadanos de segunda. Esto desembocó en la guerra de Independencia de Argelia (1954 – 1962), en la que se estima murieron un millón de personas. Tras la independencia, un millón de colonos franceses fueron expulsados del país.

El Imperio británico optó por la vía diplomática, consciente del progresivo desprestigio del colonialismo. Negoció la independencia con sus colonias e impulsó la Mancomunidad de Naciones, una organización formada por 54 países y dedicada a fomentar la cooperación entre el Reino Unido y sus antiguas colonias. En cualquier caso, la descolonización reveló las brutalidades y expolios de la era colonial, como el genocidio en el Congo belga. También impulsó el término “Sur global”, en referencia a la nueva mayoría de Estados independientes en vías de desarrollo. Muchos de estos países se han visto envueltos en el neocolonialismo, la explotación de sus recursos por parte de países y compañías del mundo desarrollado.

La ONU, clave en la descolonización

La ONU ha sido clave en la descolonización desde su fundación en 1945. Al acabar la Segunda Guerra Mundial, se estimaba que un tercio de la población mundial vivía en territorio colonizado. En 1960 la Asamblea General aprobó la Resolución 1514, conocida como “Declaración sobre la Concesión de la Independencia a los Países y Pueblos Coloniales”, que inició la descolonización supervisada por el Comité Especial para ello. Más de ochenta países han conseguido su independencia desde la creación de la ONU, pero aún existen diecisiete territorios no autónomos. La organización mantiene su esfuerzo por la descolonización con planes de acción cada diez años, el más reciente para el periodo 2020-2030.

 

(*) Asma El Kanfoudi - EOM

 

Angelo Solimán,
el esclavo que fue masón

Los masones del siglo XVIII se enorgullecían de su igualitarismo y lo demostraban a veces iniciando a personas cuya compañía de otro modo habrían evitado.

Un ejemplo célebre de la mentalidad abierta de los masones lo protagonizó Angelo Solimán, un antiguo esclavo. Nacido en el norte de África a principios del siglo XVIII (1721), Soliman fue vendido como esclavo cuando era niño. Educado en Europa por varios propietarios adinerados, llegó a ser tutor en una familia aristocrática vienesa y una figura popular en la corte. Tras ser liberado, se casó con la baronesa viuda Magdalena (6 de febrero de 1768).

En 1781, fue iniciado en la Logia Masónica de la Verdadera Armonía, que incluía a varios miembros de la élite social vienesa.

Solimán llegó a ser Venerable Maestro de su Logia y contribuyó a modificar su ritual para incluir la lectura de textos académicos y científicos de gran relevancia, una práctica que posteriormente adoptaron las logias de toda Europa, reforzando así la reputación de rigor intelectual de la masonería. Al mismo tiempo, la pertenencia de Soliman a la orden se convirtió en un ejemplo del pensamiento progresista de los masones.

Esta historia, aparentemente extraordinaria, tuvo, sin embargo, un final menos grato, pues el antiguo esclavo sufrió un destino peculiar. Tras su muerte en 1796, su cuerpo fue requisado por el emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, Francisco II, quien ordenó disecarlo. 

El emperador tenía la extraña costumbre de coleccionar cuerpos humanos disecados y exhibió la macabra pieza en su museo privado, a pesar de las súplicas de la hija de Solimán (Josefina) y las indignadas protestas de sus hermanos masones. La macabra reliquia permaneció en la colección imperial hasta que, durante la revolución de 1848, una bomba colocada en la biblioteca del palacio destruyó los restos de Angelo Solimán con una explosión de llamas.

 

(*) Texto de autor desconocido