LIBERTAD ABSOLUTA DE CONCIENCIA

¿La falta de democracia nos hace más antisociales? Un estudio sugiere que sí

Ciudad de Estocolmo Suecia

«La ética social es un concepto que se ocupa de la conducta moral de los individuos así como de sus realidad colectivas y la combinación de sus individualidades. Se trata de todas las normas de comportamiento que tenemos las personas para poder convivir de forma pacífica con los demás, respetando la integridad física y moral propia y ajena. »

¿Puede el tipo de sistema político en el que vivimos influir en la manera en que nos comportamos con los demás? Aunque solemos asociar la democracia con derechos políticos y libertades individuales, su impacto va mucho más allá de las urnas.

Un reciente estudio sugiere que la falta de democracia no solo afecta a las instituciones, sino que también puede tener consecuencias profundas en la vida cotidiana, fomentando actitudes más egoístas, desconfiadas y antisociales. En otras palabras, la calidad democrática de un país podría estar estrechamente relacionada con la forma en que sus ciudadanos se relacionan entre sí.

¿Qué es la democracia y por qué importa?

 

“Es mejor ser rey de tu silencio que esclavo de tus palabras.”

William Shakespeare

La democracia es mucho más que un sistema político en el que la ciudadanía vota para elegir a sus representantes. Es, ante todo, una forma de organización social basada en la participación, la igualdad y el respeto a los derechos fundamentales. En una democracia, las personas tienen la libertad de expresarse, de asociarse, de protestar y de influir en las decisiones que afectan a su vida cotidiana. Este modelo fomenta el diálogo, la cooperación y la confianza entre los miembros de la sociedad, ya que todos tienen la oportunidad de ser escuchados y de contribuir al bien común.

La importancia de la democracia radica en su capacidad para crear un entorno donde las diferencias se resuelven mediante el debate y el consenso, no por la imposición o la violencia. Cuando las instituciones funcionan correctamente y la ciudadanía puede participar activamente, se fortalece el sentido de pertenencia y responsabilidad colectiva. Así, la democracia no solo garantiza derechos políticos, sino que también promueve valores sociales como la tolerancia, la solidaridad y el respeto mutuo.

Por el contrario, la falta de democracia suele estar asociada a la desconfianza, el aislamiento y la apatía social, factores que pueden erosionar la cohesión y el bienestar de una comunidad.

¿Qué entendemos por comportamientos antisociales?

Los comportamientos antisociales son aquellas acciones que van en contra de las normas y valores que permiten la convivencia armónica en una sociedad. Se manifiestan en actitudes como la falta de empatía, la desconfianza hacia los demás, el egoísmo, la indiferencia ante las necesidades ajenas o la tendencia a actuar solo en beneficio propio, incluso si eso perjudica a otros. Ejemplos cotidianos de comportamientos antisociales incluyen no respetar las filas, ignorar las reglas de tránsito, tirar basura en espacios públicos o negarse a ayudar a alguien en apuros.

Más allá de las acciones individuales, el comportamiento antisocial puede extenderse a actitudes colectivas, como la intolerancia, la discriminación o la exclusión de ciertos grupos sociales. Estos comportamientos dificultan la cooperación y debilitan los lazos sociales, generando un ambiente de desconfianza y aislamiento. Cuando predominan, la calidad de vida disminuye y se hace más difícil resolver problemas comunes. Por eso, entender las causas y consecuencias de la conducta antisocial es fundamental para promover sociedades más justas, solidarias y cohesionadas.

El estudio: ¿cómo se investigó la relación?

Para entender si la falta de democracia puede influir en el aumento de comportamientos antisociales, un grupo de investigadores llevó a cabo un estudio comparativo en varios países con diferentes niveles de democracia. El equipo analizó datos de encuestas internacionales que medían tanto la calidad democrática de los gobiernos como la frecuencia de conductas antisociales entre los ciudadanos, como la desconfianza, el egoísmo o la falta de cooperación.

La metodología consistió en recopilar información de miles de personas, preguntándoles sobre sus experiencias cotidianas, su disposición a ayudar a desconocidos, su nivel de confianza en los demás y su percepción sobre la honestidad y el respeto en su entorno.

Además, los investigadores utilizaron índices reconocidos para clasificar el grado de democracia en cada país, considerando factores como la libertad de prensa, la transparencia institucional y la participación ciudadana.

Los resultados mostraron un patrón claro: en los países con menor calidad democrática, las personas tendían a mostrar más comportamientos antisociales y menos disposición a colaborar con otros. Por el contrario, en sociedades más democráticas, predominaban la confianza, la cooperación y el respeto mutuo. El estudio sugiere que la democracia no solo afecta la política, sino que también moldea la manera en que las personas se relacionan entre sí.

¿Por qué la falta de democracia puede hacernos más antisociales?

La relación entre la falta de democracia y el aumento de comportamientos antisociales puede explicarse por varios mecanismos sociales y psicológicos. En primer lugar, en sociedades donde la participación ciudadana es limitada y las decisiones se imponen desde arriba, las personas tienden a sentir que su voz no cuenta. Esta sensación de impotencia genera desconfianza hacia las instituciones y hacia los demás, ya que se percibe que el sistema no protege los intereses colectivos ni garantiza la justicia.

Además, la ausencia de libertades fundamentales, como la libertad de expresión o de asociación, restringe la posibilidad de interactuar abiertamente y resolver conflictos de manera pacífica. Cuando la represión o el miedo a represalias están presentes, la gente suele replegarse en sí misma y evita involucrarse en asuntos comunitarios. Esto debilita los lazos sociales y fomenta el individualismo y la indiferencia ante los problemas ajenos.

Desde la psicología social, se sabe que la confianza y la cooperación florecen en ambientes donde las reglas son claras, justas y compartidas. La democracia, al promover la transparencia y la participación, fortalece estos valores. Por el contrario, su ausencia puede crear un clima de sospecha, aislamiento y actitudes defensivas, ingredientes clave del comportamiento antisocial. ¿Por qué la falta de democracia puede hacernos más antisociales?

La relación entre la falta de democracia y el aumento de comportamientos antisociales puede explicarse por varios mecanismos sociales y psicológicos. En primer lugar, en sociedades donde la participación ciudadana es limitada y las decisiones se imponen desde arriba, las personas tienden a sentir que su voz no cuenta. Esta sensación de impotencia genera desconfianza hacia las instituciones y hacia los demás, ya que se percibe que el sistema no protege los intereses colectivos ni garantiza la justicia.

Además, la ausencia de libertades fundamentales, como la libertad de expresión o de asociación, restringe la posibilidad de interactuar abiertamente y resolver conflictos de manera pacífica. Cuando la represión o el miedo a represalias están presentes, la gente suele replegarse en sí misma y evita involucrarse en asuntos comunitarios. Esto debilita los lazos sociales y fomenta el individualismo y la indiferencia ante los problemas ajenos.

Desde la psicología social, se sabe que la confianza y la cooperación florecen en ambientes donde las reglas son claras, justas y compartidas. La democracia, al promover la transparencia y la participación, fortalece estos valores. Por el contrario, su ausencia puede crear un clima de sospecha, aislamiento y actitudes defensivas, ingredientes clave del comportamiento antisocial.

Implicaciones sociales y políticas

Los hallazgos de este estudio tienen importantes implicaciones tanto para la sociedad como para los responsables de las políticas públicas. Si la democracia favorece comportamientos prosociales como la cooperación, la confianza y la solidaridad, entonces fortalecer las instituciones democráticas no solo es un objetivo político, sino también una estrategia para mejorar la convivencia y el bienestar general. Una sociedad en la que las personas confían unas en otras y colaboran activamente es más resiliente ante desafíos colectivos, como crisis económicas, desastres naturales o pandemias.

Por otro lado, la erosión de la democracia puede tener efectos negativos que van más allá del ámbito político. El aumento de la desconfianza, el individualismo y la apatía social puede dificultar la resolución de problemas comunes y debilitar el tejido social. Por eso, es fundamental promover la participación ciudadana, la transparencia y el respeto a los derechos fundamentales como pilares de una sociedad cohesionada.

Además, estos resultados invitan a reflexionar sobre el papel de la educación cívica y la importancia de crear espacios de diálogo y encuentro. Fomentar el debate, la tolerancia y la empatía desde edades tempranas puede ser clave para construir sociedades más democráticas y menos propensas a la antisocialidad.

Conclusiones

El estudio analizado demuestra que la calidad de la democracia influye directamente en la forma en que las personas se relacionan dentro de una sociedad. Donde la democracia es sólida, predominan la confianza, la cooperación y el respeto mutuo, mientras que su ausencia favorece actitudes antisociales y desconfianza.

Estos hallazgos subrayan la importancia de fortalecer las instituciones democráticas y promover la participación ciudadana, no solo como un fin político, sino como un medio para mejorar la convivencia y el bienestar colectivo. Apostar por la democracia significa también apostar por una sociedad más solidaria, empática y cohesionada, capaz de afrontar con éxito los desafíos comunes y de construir un entorno más justo para todos. 

Referencias bibliográficas

  • Neumann, C. S., Kaufman, S. B., & Ten Brinke, L. (2025). Citizens in democratic countries have more benevolent traits, fewer malevolent traits, and greater well-being. Scientific Reports, 15(1), 13346.

 

(*) Por Javi Soriano - Psicología y Mente

 

 

El origen social de los valores

Al iniciar este trabajo sentí la imperiosa necesidad de conocer los sinónimos de valor; es así como me pude enterar que existe una variedad significativa de sinónimos para este término, a saber: importe, precio, coste, valía, cuantía, monto, costo, total.

 

“Antes de consultar a otros, consúltate a ti mismo.”

Ramón Llull

Entonces, si mi parecer es correcto, elegiré valía, pero en el sentido de lo valiosa que puede ser una persona en términos espirituales, ya que el título “Origen social de los valores”, sugiere ese enfoque.

Hecho este preámbulo, se puede colegir, que el mejor significado para valor sería: “Persona que posee o a la que se le atribuyen cualidades positivas para desarrollar una determinada actividad”, por ejemplo: Valor cívico (nombre masculino). Entereza de ánimo para cumplir los deberes de la ciudadanía, sin arredrarse por amenazas, peligros o vejámenes.

El término valor procede etimológicamente del griego axios, que podemos traducir como lo “valioso”, “estimable”, “digno de ser honrado”, y ha sido utilizado comúnmente tanto en el campo de la Economía como en el de otras disciplinas, fundamentalmente la Ética, en la que han contribuido a su desarrollo importantes filósofos.

Por lo tanto es atendible que entre los valores fundamentales esté la valentía, el honor o la amistad. Al verlo así expresado no puedo dejar de pensar en Homero, verdadera encarnación de la cultura helénica, y a su héroe Ulises al que canta en La Odisea, y que representa los valores de esa época. De inmediato me parece de extremo interés saber cuáles son las características que hoy en día se buscan del líder. Cualquier libro que nos inste al liderazgo nos invitará a conquistar aquellos valores, virtudes y cualidades que forman la figura del líder; una empresa que cobra especial relevancia en tiempos difíciles, de confusión, inestabilidad y zozobra. Muy bien lo indica Antonio Medrano en su libro “Magia y Misterio del Liderazgo”.

“No te forjes vanas ilusiones: o riegas el campo de tu persona con el agua del espíritu, de la ética y la cultura, o tu existencia está condenada a ser un erial que no dará más que cardos y abrojos.”

Y, ¿qué nos dice la orden en sus principios? “En la búsqueda de la verdad y en el logro de la justicia, es deber de los francmasones mantenerse en un lugar de avanzada en el proceso evolutivo e integrador del hombre y la sociedad”. Por tanto, no cabe duda que la Francmasonería busca líderes o desea formarlos. La masonería se funda en una serie de valores que son inalterables en el tiempo, como la tolerancia, la libertad, la igualdad, la solidaridad y la fraternidad, y busca, aunque sea utópicamente, alcanzar una sociedad perfecta.

La masonería debe ir tras la obtención de los valores ético-superiores, porque se observa que en los grandes problemas está siempre la carencia de un valor o el desarrollo de un antevalor. Es difícil destacar los valores en medio de tanto elemento contaminante en el ser humano, pero enfrentamos el mundo con la misma dificultad con que abordaron los problemas nuestros hermanos de principios del siglo pasado.

No es necesario hacer un análisis muy profundo para darse cuenta, entonces, que los valores se pierden en la noche del tiempo; y la Axiología, rama de la filosofía que estudia la naturaleza de los valores y juicios valorativos aparece por primera vez el año 1909, en el libro “Valuation : Its Nature and Laws”, del filósofo estadounidense Wilbur Marshall Urban. En ella se entiende que el ámbito de lo epistemológico es demasiado estrecho para el acto de valoración de los objetos o actitudes de la vida del ser humano, por lo que no podemos reducir el problema a un simple cálculo lógico o matemático; sino, antes bien, tomar en cuenta condicionantes psicológicos, e incluso, emotivos para situar el problema en sus adecuados términos; de ahí que resulta que el método axiológico está mucho más vinculado a aspectos de carácter ético o estético que a la pura racionalidad. Es decir, los valores han existido en todas las culturas, mucho antes que fuesen tratados como ciencia y rama de la filosofía. 

A partir de este hecho, se puede deducir, que los valores se han ido transformando, y lo que ayer pudo ser un valor importante en una determinada cultura, hoy, podría ser visto con rechazo. Si observamos lo que sucedía en los Estados Unidos de Norteamérica a principios del siglo XIX esto nos explica muchas cosas. Las mujeres votan por primera vez en el Estado de Massachussets el año 1691, para luego perder ese derecho el año 1780. Haití fue el primer país donde se abolió la esclavitud. Thomas Jefferson, prócer de la libertad y propietario de esclavos, advertía con respecto a Haití: “Confinar la peste en esa isla”. Por lo tanto es evidente que todos nos podemos equivocar en la perspectiva del tiempo, y particularmente cuando no se tiene una clara percepción de futuro. De acuerdo a lo anterior los valores están sujetos a cambios. “Nunca nos bañamos dos veces en el mismo río, el agua no es la misma ni nosotros somos los mismos”, diría el filósofo griego Heráclito de Epheso el siglo V A.C. Sin embargo con respecto a los valores los cambios van más a paso de tortuga, que a paso de conejo. Así podrían entenderse estos desajustes valóricos de grandes hombres como Thomas Jefferson. 

La axiología no sólo trata de los valores positivos, sino también de los valores negativos, o desvalores, analizando los principios que permiten considerar que algo es o no valioso, y considerando los fundamentos de tal juicio. La investigación de una teoría de los valores ha encontrado una aplicación especial en la ética y la estética, ámbitos donde el concepto de valor posee una relevancia específica. Algunos filósofos, como los alemanes, Heinrich Rickert o Max Scheler han realizado diferentes propuestas para elaborar una jerarquía adecuada de los valores. En este sentido, puede hablarse de una “ética axiológica”, que fue desarrollada, principalmente por el propio Max Scheler y Nicolai Hartmann.

Cuando hablamos de valor, en general nos referimos a cosas de tipo espiritual, material, institucional, profesional, civil, que permiten al hombre realizarse de alguna manera.

El valor es, entonces, una propiedad de las personas o de las cosas. Todo lo que es, por el simple hecho de existir, vale.

El valor es pues captado como un bien, ya que se le identifica con lo bueno, con lo perfecto o con lo valioso.

Los valores valen por sí mismos, se les conozca o no. Van más allá de las personas, es decir, trascienden, por lo que no son y no por lo que se opine de ellos.

Todos los valores se refieren a las necesidades o aspiraciones humanas. Las personas buscan satisfacer dichas necesidades.

El valor no puede ser algo que simplemente se lleva o está de moda; debe tener un carácter de cierta perdurabilidad en el tiempo.

Un valor tiene que amoldarse a la siguiente fórmula: Ha de ser inmutable sincrónicamente, pero mutable diacrónicamente. Ello quiere decir simplemente que lo valioso ha de serlo hoy igual que ayer y que mañana, hasta el límite de que nuestra vista, la de que cada uno de nosotros como individuos, no alcance fácilmente a percibir su mutación, pero que, en cambio, una adecuada perspectiva histórica nos permita observar el carácter dinámico del valor. En este sentido, estamos aplicando a la axiología un análisis similar al del lenguaje, éste nos permite entendernos con nuestros semejantes gracias a que no cambia de un día para otro, pero el paso del tiempo nos demuestra que la lengua es un organismo vivo, que evoluciona notablemente; de ahí que, por ejemplo, aún tratándose del mismo idioma, no es lo mismo el castellano de Miguel de Cervantes Saavedra que el de José Camilo Cela.

Los valores morales son aquellos valores que perfeccionan al hombre en lo más íntimamente humano, haciéndolo más humano, con mayor calidad como persona.

Los valores morales surgen primordialmente en el individuo por influjo y en el seno de la familia, y son valores como el respeto, la tolerancia, la honestidad, la lealtad, el trabajo, la responsabilidad, etc.

Para que se dé esta transmisión de valores es de vital importancia la calidad de las relaciones con las personas significativas en su vida, sus padres, hermanos, parientes y posteriormente amigos y maestros. Es además indispensable el modelo y ejemplo que esas personas significativas muestren al niño, para que se dé una coherencia entre lo que se dice y lo que se hace. Recordemos que una persona valiosa, es una persona que posee valores interiores y que vive de acuerdo a ellos. Un hombre vale entonces, lo que valen sus valores y la manera en como los vive.

Los problemas fundamentales de la axiología no se plantean únicamente en los libros, revistas y congresos filosóficos, sino que están presentes en las manifestaciones más diversas de la vida diaria. No hay discusión o desacuerdo sobre la conducta de una persona, la elegancia de una mujer, la justicia de una sentencia o el agrado de una comida, que no suponga la reapertura de la problemática sobre los valores. Las más complicadas cuestiones axiológicas se debaten a diario en la calle, en el parlamento, en el café y en las casas más humildes, si bien con una actitud y en un lenguaje poco filosófico. Por lo general, las discusiones traducen, sin embargo, las posiciones extremas de la axiología.

Sin asumir posturas pesimistas, sino positivas, es necesario reconocer una realidad: en gran medida el comportamiento de la sociedad indica que se están dejando de asumir los valores morales, y en cambio se introducen otros que llamamos desvalores, lo cual mina o denigra las relaciones humanas. Las causas pueden ser diversas y combinadas, como: el egoísmo excesivo, la influencia de algunos medios de información, conflictos familiares, padres irresponsables en la crianza de sus hijos, presiones económicas, pobreza, etc. El proceso de desvalorización siempre ha estado presente en todos los tiempos y civilizaciones; empero no tan acentuadamente como en la contemporaneidad. Aunque existen personas e instituciones que revelan una gran calidad humana, es decir, que asumen las normas universales de toda sociedad, tales como la responsabilidad, la humildad, la honradez, la solidaridad, el respeto, entre otras; la mayor parte de la población reproduce lo opuesto: la negligencia, el engaño, la agresividad, la envidia, etc.

Los individuos son impredecibles, distintos entre sí, únicos, y se desarrollan conforme a las variables y situaciones de su entorno. 

Conclusiones

1. Como consecuencia de los cambios tan acelerados de las últimas décadas, se han deteriorado las relaciones humanas, debido a la nueva jerarquía de valores que se basan más en un bienestar material individual, descuidándose la dignidad de la persona.

2. La existencia de un orden axiológico es una incitación permanente a la acción creadora y la elevación moral.

3. Los valores determinan las normas morales, en otras palabras los valores establecen un modelo de conducta aceptable en una sociedad y para garantizar que este modelo sea observado por los miembros de esa sociedad se emiten las normas que regulan la actuación del individuo dentro de la sociedad.

4. La relación entre ética y los valores es, que la primera es el estudio de los actos humanos o costumbres y los valores son en sí esos actos o costumbres preferidos o aceptados por una sociedad.

5. Solo el ser humano tiene conciencia moral, porque solo él tiene capacidad o conciencia de si mismo, de valorizarse y poder juzgar su conducta.

6. El éxito de las personas, en cualquier actividad, depende más de las competencias emocionales, que de las capacidades cognitivas.

7. En un mundo tan cambiante encontramos que la flexibilidad, la posibilidad de adaptarse al cambio es más importante que la experiencia.

8. Mientras unos sostienen que toda la filosofía no es más que axiología, otros se empeñan en que los valores no constituyen ninguna novedad, que se ha descubierto un nombre nuevo para designar viejos modos de ser.

9. Entendemos que el ser humano no solamente actúa por razonamiento, también influyen las emociones y los sentimientos. 

Bibliografía

- “¿Qué son los valores?” Risieri Frondizi 

- “Magia y misterio del liderazgo” Antonio Medrano 

- www.monografias.com/trabajos15/valores-humanos/valores

- humanos.shtml 

- https://es.wikipedia.org/wiki/Axiolog%C3%Ada 

Glosario

- Epistemología: Doctrina de los fundamentos y métodos del conocimiento científico. 

- Sincrónico: Se dice del estudio de la estructura o funcionamiento de una lengua o dialecto sin atender a su evolución.

- Dicho de un proceso o de su efecto: Que se desarrolla en perfecta correspondencia temporal con otro proceso o causa. Se dice de las leyes y relaciones internas propias de una lengua o dialecto en un momento o períodos dados. 

- Diacrónico: Se dice de los fenómenos que ocurren a lo largo del tiempo, en oposición a los sincrónicos. Se dice de los estudios referentes a estos fenómenos. 

- Axiología: Teoría de los valores. Es una de las dos ramas principales de la Ética normativa junto con la deontología. 

- Desvalor: Falta de mérito o de estimación. M. Ant. cobardía, miedo. 

- Deontología: Ciencia o tratado de los deberes. 

- Plotino: Filósofo griego neoplatónico de las Enéadas. Nace en el 205 en Licópolis. En el 232 entró en el círculo de Ammonio Saccas en Alejandría, de quien también fueron discípulos Orígenes, Longino y Herenio. 

- Cognitivo: Perteneciente o relativo al conocimiento. 

Breve biografía de Ramón Llull

Hijo de Ramón Llull y de Isabel de Erill, nació en el año 1232 en la ciudad de Mallorca. Ramón fue paje de Jaume el Conquistador cuando tenia catorce años y también fue preceptor del príncipe Jaume, futuro rey de Mallorca. Durante su juventud sirvió como mayordomo. Vivía en la corte y llevaba una vida alegre y un poco alocada.

En 1257 se casó con Blanca de Picany y tuvo dos hijos, Domènec y Magdalena. Hacia los treinta años tubo cuatro apariciones de Cristo crucificado y a partir de aquí su vida cambió radicalmente. Se sintió llamado por Dios, dejó la buena vida y se dedicó a convertir a los infieles por medio de la persuasión, a escribir libros y a pedir a las autoridades la fundación de monasterios. Se fue a peregrinar por Tierra Santa (1265) y un esclavo moro le enseñó la lengua árabe. Estudió el latín, la filosofía musulmana y la filosofía y la teología cristiana antigua.

En 1276 consiguió fundar el monasterio de Miramar en la Isla de Mallorca donde se enseñaba el árabe a los misioneros, así como la manera de convencer a los musulmanes.

Viajó por varios países de Europa (Alemania, Francia, Italia, etc.) y del norte de África (Argelia, Ceuta, Túnez, Jerusalem, Egipto, etc.). Visita filósofos, papas y reyes, y explica sus pensamientos en la universidad de París. Murió en el año 1325 volviendo de un viaje a Túnez. Su cuerpo fue enterrado en la iglesia de Sant Francesc en Mallorca.

Escribió más de 250 libros de filosofía (Ars magna), de ciencia (Arbre de sciència, Tractat d'astronomia), de educación (Blanquerna, que incluye el Llibre de Amic e Amat), de mística (Llibre de contemplació), de gramática (Retòrica nova), novelas (Llibre de meravelles, que incluye el Llibre de les bèsties), etc., que fue traduciendo al árabe, al catalán y al latín.

 

(*) Carlos Cerda Videla - Chile