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El “Malleus Maleficarum”

El “Malleus Maleficarum”, es un libro cuya fama ha cruzado varias generaciones en los últimos siglos, no por su profundidad literaria, virtudes u otros valores destacables como se pudiera esperar, sino justamente, por constituir el escrito más infame, cruel, inhumano y despreciable realizado nunca en todo lo largo de la historia humana.

 

LIBERTAD ABSOLUTA DE CONCIENCIA

Las torturas más crueles utilizadas por la Inquisición

Ciudad de Estocolmo Suecia

«Aunque el procedimiento inquisitorial como medio para combatir la herejía es una práctica antigua de la Iglesia Católica, la Inquisición Medieval fue establecida en 1184 mediante la Bula del Papa Lucio III Ad Abolendam, como un instrumento para acabar con la herejía cátara. Fue el embrión del cual nacería el Tribunal de la Santa Inquisición y del Santo Oficio. Se entregaba potestad a los Obispos para extirpar la herejía en su diócesis. .»

Estas prácticas dejaron una huella profunda en la historia europea, simbolizando el fanatismo religioso, la crueldad institucional de la época y el abuso de poder. 

El olvido no ocurrirá, porque es imposible desvirtuar o esconder los hechos históricos por mucho tiempo, ni tampoco es posible borrar de un plumazo lo que fueron casi cinco siglos de oscurantismo, barbarie, ignorancia, atraso cultural, la incertidumbre y la persecución enfermiza sobre supuestos herejes de la fe cristiana. 

Es imposible esconder la prohibición y destrucción de bibliotecas, apresamiento y ostracismo de científicos e intelectuales y requisamientos y quema de obras literarias, de arte, estatuas, monumentos y piezas musicales.

El proceso inquisitorial, también destruyó la herencia científica de la época clásica, al negar la causa de la ocurrencia de todos los fenómenos naturales y de las enfermedades, en especial las mentales, que se atribuyeron a la acción del demonio, siendo en consecuencia eliminados los cultores de estas disciplinas y condenados por herejes y satanismo estos enfermos.

El Santo Oficio no sólo quería controlar la religión de las personas o eliminar otras religiones. Se persiguió con igual dureza todo intento del pensamiento libre y crítico sin respetar la natural libertad de culto, de asociación, ni credo, ni menos los derechos inalienables de toda persona humana ni su dignidad personal.

La pregunta es: 

¿Por qué el Papado se tomó la atribución de juzgar a la gente, de inventar brujas, de sumir al mundo en el terror, de asesinar burdamente en base a supersticiones propias o colectivas a millones de seres humanos?

¿Quién le entregó el derecho de disponer a su amaño de la vida de la gente, de arrestarlos, matar a sus hijos, martirizar a su familia o quitarles la vida mediante atroces torturas?

¿De apropiarse de sus pertenencias, de sus tierras y heredades? 

¿De condenarlos a galera o a esperar su juicio por años en los sótanos de viejos castillos, condición en que murieron cientos de miles de ellos?

¡Y no solo eso. Ya muertos, declararlos herejes y quemar sus huesos y restos mortales en la hoguera santa!

¿Por qué destrozar sus cuerpos, dejarlos insepultos o a merced de las alimañas?

¿Por qué quemarlos vivos en la hoguera, de violar el recato de las mujeres denudándolas y exponer su cuerpo a la multitud, de destrozar sus partes íntimas con instrumentos desgarradores para castigar supuestas herejías?

¿Por qué rajar, mutilar, quebrar, desmembrar, sumergir en el agua hasta su muerte a tantas mujeres, a las bonitas, a las parteras, a las pelirojas, a las ancianas solitarias, a las mujeres dementes?

¿Por qué aplicarles la pena de horca, del garrote, del suplicio de descoyuntar lentamente todos sus huesos, hacerles beber plomo hirviente?

¿Qué tipo de odio fué necesario para eso. Qué talla de moral humana hubo en esas sociedades que fueron capaces de crear estos monstruos? 

¿Y finalmente, que temía la Iglesia Católica y Protestante, qué trataba de ocultar, qué pretendía con este baño de sangre ...?

Aunque el procedimiento inquisitorial como medio para combatir la herejía es una práctica antigua de la Iglesia Católica, la Inquisición Medieval fue establecida en 1184 mediante la Bula del Papa Lucio III Ad Abolendam, como un instrumento para acabar con la herejía cátara. Fue el embrión del cual nacería el Tribunal de la Santa Inquisición y del Santo Oficio. Se entregaba potestad a los Obispos para extirpar la herejía en su diócesis.

En 1231, ante el fracaso de la Inquisición Episcopal, Gregorio IX, mediante la Bula Excommunicamus, creó la "Inquisición Pontificia", dirigida directamente por el Papa y dominada por órdenes mendicantes, especialmente los Domínicos.

En 1252, el Papa Inocencio IV en la Bula Ad Extirpanda autorizó el uso de la tortura para obtener la confesión de los reos, medidas posteriormente confirmadas por Alejandro IV el 30 de noviembre de 1259 y por Clemente IV el 3 de noviembre de 1265. En ella se decretaba que la herejía era una razón de Estado y autorizaba a la Inquisición el uso de la tortura como medio legítimo para obtener la confesión de los herejes. Esta bula concedió al Estado una parte de los bienes confiscados a los herejes hallados culpables. Los que se negaban a abjurar, "herejes relapsos", eran entregados al brazo secular para la ejecución de la pena de muerte.

La Inquisición Española fue creada en 1478 por una Bula papal con la finalidad de combatir las prácticas judaizantes de los judeo conversos españoles. A diferencia de la Inquisición Medieval, dependía directamente de la corona española. Se implantó en todos los reinos de España donde antes no existía, en Sicilia y Cerdeña y en los territorios de América (hubo tribunales de la Inquisición en México, Lima y Cartagena de Indias).

La Inquisición romana, también llamada Congregación del Santo Oficio, fue creada en 1542, ante la amenaza del Protestantismo, por el Papa Pablo III. Se trataba de un organismo bastante diferente de la Inquisición Medieval, ya que era una congregación permanente de cardenales y otros prelados que no dependía del control episcopal. Su ámbito de acción se extendía a toda la Iglesia Católica. Su principal tarea fue desmantelar y atacar la integridad de la fe, y examinar y proscribir los aciertos y verdaderas doctrinas.

Inquisición portuguesa. Todos los judíos españoles expulsados por la inquisición española se refugiaron en Portugal. El Rey Manuel I presionado por sus suegros, los Reyes Católicos, decretó en 1497 la expulsión de los judíos que no se convirtieran al cristianismo. Por supuesto miles de judíos se convirtieron para evitar ser expulsados nuevamente de un país, pero en privado siguieron practicando sus creencias. En un principio, la Inquisición portuguesa estaba bajo la autoridad del Papa, solo en 1547 este aceptó que la inquisición dependiese de la corona portuguesa.

En 1555 el Papa Pablo IV, comenzó a perseguir a numerosos sospechosos de heterodoxia, entre los que se encontraban varios miembros de la jerarquía eclesiástica, como el cardenal inglés Reginald Pole. En 1600, entre otros, fue juzgado, condenado y ejecutado el filósofo Giordano Bruno, sacerdote domínico, Doctor en Teología, filósofo, astrónomo y poeta. Se le adjudicaban cargos por blasfemia, herejía e inmoralidad principalmente por sus enseñanzas sobre los múltiples sistemas solares y sobre la infinitud del universo. Fue expulsado de la iglesia y sus trabajos quemados en la plaza pública. El Papa Clemente VIII ordenó que fuera llevado ante las autoridades seculares. La sentencia lo declaraba herético impenitente, pertinaz y obstinado. Fue quemado el 17 de febrero de 1600 en Campo dei Fiori, Roma.

En 1965 el Papa Pablo VI reorganizó el Santo Oficio, denominándolo Congregación para la Doctrina de la Fe que sigue funcionando sin tregua hasta nuestros días.