LIBERTAD ABSOLUTA DE CONCIENCIA

La francmasonería de la antigüedad

 

 

Ciudad de Estocolmo Suecia

«El culto solar es digno de especial atención, sobre todo porque ejerció gran influencia en la antigüedad, que también se ha dejado sentir en nuestro sistema, aunque algo modificada y cristianizada.»

La época histórica que, inmediatamente después, demanda nuestra atención es la relacionada con lo que se denomina en la Historia Sagrada dispersión de Babel. El esplendor de la verdad que transmitiera Noé, acabó por anublarse. Los dogmas de la unidad de Dios y de la Inmortalidad del alma se perdieron de vista.

Unos pueblos se desviaron del verdadero culto instituyendo el Sabeísmo, o culto del sol, la luna y las estrellas y otros, y la deificación de los hombres.

El Sabeísmo fue la desviación que se difundió más pronto y más extensamente. Según Owen "este culto surgió de algunas tradiciones imperfectas transmitidas por los patriarcas y referentes al dominio del sol durante, el día y de la luna durante la noche".

Cierto autor moderno dice las siguientes elocuentes palabras sobre la universalidad del culto solar en la antigüedad:

"El Sabeísmo, o culto de la luz, prevaleció en todas las naciones directoras del mundo primitivo. Junto a los ríos de la India, en las montañas de Persia y las llanuras de Asiria la primera humanidad adoraba de esta forma a los espíritus superiores de cada país, elevándose con pensamiento espiritual, desde el orbe solar hasta Aquel de quien el astro rey parece vicerregente: el Sol de todos los seres, cuya luz irradia y purifica el mundo del alma, del mismo modo que los rayos solares el mundo del sentido.

Egipto, cuya religión conocemos muy superficialmente, practicó también este culto; Siria dedicó grandes templos al sol; la alegre Grecia se entretenla en pensar cuando lo sentía, casi ocultándolo en la mítica individualidad que le asignaba su fantasía. Hasta la prosaica China hace ofrendas al luminar amarillo del día los errantes Celtas y Teutones celebraban fiestas en los frondosos bosques del Norte de Europa; y los aborígenes de América inundaban con sangre los templos del sol en honor del astro benéfico".

"No hay pueblo cuya religión conozcamos" (dice el abate Banier) "ni en nuestro continente, ni en América, que no haya rendido culto al sol, excepto algunos habitantes de la zona tórrida, que continuamente lo maldicen porque les abrasa con sus rayos".

Macrobio trata de demostrar en su Saturnalia que todos los dioses del Paganismo pueden reducirse al sol. Pero el Sabeísmo no fue sólo la corrupción religiosa más antigua, sino también la que se difundió más generalmente. Por eso se ve que el antiguo culto solar ejerció siempre sus influencias hasta en las naciones que aceptaron más tarde el credo politeísta de los hombres deificados y de los dioses facticios y artificiales.

Para el pueblo griego, el que con mayor refinamiento rindió culto a los héroes, Hércules era el sol; y la fábula mitológica de que mató con sus flechas a la hidra de las siete cabezas existente en los pantanos de Lernea no es más que una alegoría que representa la disipación del paludismo o malaria de las aguas estancadas, por medio de los purificantes rayos del astro diurno.

También la principal divinidad egipcia, Osiris, no es más que un nombre del sol; mientras que su gran enemigo y destructor, Tifón, es la tipificación de la noche, o de las tinieblas.

Y, por último, las tres manifestaciones indas de la divinidad suprema, Brahmá, Shiva Y Vishnú, eran símbolos del sol levante, meridiano y poniente.

Este prematuro y extendido predominio de culto solar es digno de especial atención, sobre todo porque ejerció gran influencia en la Francmasonería espúrea le la antigüedad, que también se ha dejado sentir en nuestro sistema moderno, aunque algo modificada y cristianizada.

Muchos, por no decir casi todos los símbolos masónicos actuales, sólo se pueden comprender y apreciar debidamente cuando se les asocia al culto solar. Los sabeístas y politeístas posteriores a la dispersión de Babel, olvidaron la divina verdad de la existencia del Dios supremo, el Gran Arquitecto del Universo, simbolizado en la Francmasonería por la VERDADERA PALABRA. Y con ella desapareció la doctrina de la vida futura. Por eso se alude en cierta parte del ritual masónico a este acontecimiento histórico, cuando se menciona “la elevada torre de Babel, donde se confundieron las lenguas y se perdió la Masonería".

No obstante, unos cuantos constructores conservaron con su prístina pureza en la llanura de Sinnar las grandes doctrinas masónicas y religiosas de la unidad de Dios y de la inmortalidad del alma. Eran los patriarcas, cuya descendencia venerable continuó conservando la verdad. De suerte que, años después de la dispersión de las naciones en Babel, existían dos grandes sectas religiosas que caminaban paralelamente en el decurso del tiempo, a pesar de ser tan diversas entre sí como la luz de las tinieblas, y lo verdadero de lo falso.

Una de estas corrientes del pensamiento y del sentimiento religioso fue la del mundo pagano e idólatra, en la cual no existía, por lo menos con toda su pureza, la doctrina masónica, si bien se unió a ella un renuevo del que más tarde nos ocuparemos. La segunda de estas corrientes estaba formada, como ya dijimos, por los patriarcas y sacerdotes, los cuales conservaron con toda su pureza las dos grandes doctrinas masónicas de la unidad de Dios y de la inmortalidad del alma. Esta corriente abarcaba lo que los más recientes autores masónicos designaron con el nombre de "Francmasonería Primitiva de la Antigüedad".

Ahora bien, nosotros no hemos de defender aquí la teoría gratuita y refutable, sostenida por algunos autores demasiado imaginativos, de que la Francmasonería de los patriarcas se asemejaba por su organización, ritual y simbolismo al sistema actual. No sabemos tan siquiera si los patriarcas tuvieron un ritual, ni un simbolismo, y nos inclinamos a creer que su sistema estaba constituido por proposiciones abstractas derivadas de las tradiciones antediluvianas.

El Doctor 0liver cree posible que estos masones primitivos y puros poseyeron algunos símbolos, y enumera entre ellos el de la serpiente, el del triángulo y el del punto dentro de un círculo; pero no se apoya en autoridad alguna, ni nosotros creemos oportuno atribuir a la Orden más de lo debido y de lo demostrable.

Cuando Anderson dice que Moisés era el Gran Maestre, Joshuá, su Diputado, y Aholiab y Bezaleel, sus Grandes Vigilantes, deben tomarse sus palabras como un "façon de parler", una manera de hablar enteramente figurada, ya que no pretenda decir que esos hombres ocuparan cargos parecidos a los actuales de la Francmasonería. Sin embargo, habría sido preferible que no hubiera empleado semejante lenguaje. Lo único que se podría atribuir al sistema de la Francmasonería Primitiva practicada por los patriarcas, es que abarcaba y enseñaba los dos grandes dogmas de la unidad de Dios y la inmortalidad del alma.

También podría ser (y esto parece casi cierto) que existiera una doctrina secreta, la cual se enseñaba con cierta reserva. Sabido es que Moisés, quien necesariamente hubo de aprender la ciencia de sus antecesores, no enseñó públicamente la doctrina de la inmortalidad del alma. Además los judíos tenían una ley oral o secreta que jamás confiaron al papel hasta después del cautiverio, esta ley debió contener los dogmas de la Francmasonería Primitiva.

En síntesis, el sistema de la Francmasonería primitiva sin ritual ni simbolismo, pues ha llegado por lo menos así hasta nosotros, estaba constituida únicamente las leyendas tradicionales en las que se conservaban las dos grandes verdades de que ya hemos hablado. Eran de carácter completamente especulativo, sin admitir ningún elemento operativo, y se transmitieron por conducto de los patriarcas, sacerdotes y reyes judíos, sin alteración, aumento, ni disminución hasta la época de Salomón y de la construcción del templo.

Dejemos, pues, de seguir el curso de la corriente pura, y sigamos la de la historia religiosa, la que cruza las naciones politeístas e idólatras de la antigüedad y traza la evolución de la división de la Masonería, que ha sido denominada "Francmasonería espúrea de la Antigüedad", para distinguirla de la otra.

¿Quién fue el primer masón?

En tiempos antiguos se tomó considerable nota para la comprensión de los elementos, puesto que se les consideraba los ladrillos de construcción del Universo, y muchos creyeron que ellos eran parte también de su propia estructura básica. Los Sabios de esos tiempos los vieron como un reflejo del universo. Estudiaron las estrellas y la naturaleza, y utilizaron la información que reunieron como un método para comprender a su Creador y sí mismos.

Actualmente sigue siendo desconocido quienes fueron los precursores de la masonería, aunque podemos encontrar diferentes teorías las cuales verifican sus inicios:

Teoría neolítica

Esta teoría, afirma que el primer masón de la historia fue el rey babilónico Nimrod, quien empleó 60.000 hombres para construir Nívive. Nimrod que nació el 25 de Diciembre, dónde podemos encontrar similitud con Jesús de Nazaret, no tan sólo construyó Nívive, también fue el constructor de la colosal Torre de Babel.

Teoría egipcia

La civilización Egipcia, ha marcado un antes y un después dentro de la historia de la humanidad, desde sus construcciones hasta su conocimiento. La civilización egipcia fue la primera civilización en comprender sociedades secretas “Las escuelas de los misterios “, donde se practicaban conocimientos esotéricos como también practicaban rituales iniciáticos. Este concepto va muy unido a la masonería, esta siempre ha recalcado que sus inicios son de un conocimiento oculto como en Egipto.

Teoría templaria

Esta idea, nos muestra como la aparición de la masonería está ligada con la orden de los templarios, estos, poseerían un conocimiento ocultista sobre la construcción del Templo de Salomón, por lo cual, la orden sería disuelta por decisión papal. El hecho radica, en que algunos templarios conservaron la sabiduría iniciática, estos caballeros emigraron a Tierras francesas dónde allí trasmitieron un conocimiento oriental, nuevo para occidente y así convirtiéndose en los masones.

Teoría megalítica

Esta teoría, nos indica que los inicios de la masonería habrían que situarlos a las tribus prehistóricas que absolutamente dominaban la construcción y a la vez la astronomía. El claro ejemplo sería Stoneghenge, dónde los constructores ya habrían sido masones según esta interpretación. Este conocimiento masónico habría surgido de los sabios que sobrevivieron al Diluvio Universal y que habría pasado a Oriente con su conocimiento.

Teoría mistérica

Esta teoría, nos ofrece la idea de que la masonería es una agrupación de religiones paganas y cultos esotéricos, para uno de los masones más reconocidos a lo largo de la historia, Thomas Paine, quien participó en la revolución americana, afirma que; “La masonería era ni más ni menos que una religión solar, vestigio de las creencias de los druidas“. También se puede encontrar similitud con el cristianismo y ese culto solar a través del nombre y figura de Jesús, pero siempre con el lado ocultista de estas religiones.

Teoría medieval

Esta teoría, nos muestra que los primeros masones de los finales de la edad medieval, eran albañiles “masons, maçons“ en francés. En esta idea, nos encontramos con sociedades definidas como en Inglaterra, estos albañiles se agrupaban en gremios dónde se mostraban los conocimientos de su oficio a personas muy concretas. Para descansar se reunían en cabañas las cuales acabaron recibiendo el nombre de logías. Por lo que caracteriza esta teoría, no es ningún carácter esotérico pero sí la terminología de los nombres empleados por esta sociedad y su aspecto de arquitectos.

Como hemos mencionado al principio como también hemos podido leer, los orígenes de la masonería siguen siendo desconocidos, pasando por la primera civilización conocida, Babilonia, después Egipto, pasando por los caballeros templarios, druidas, hasta la revolución francesa y Americana.

¿Y si los orígenes de la masonería son todas las diferentes teorías expuestas?