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Los Solsticios
 

 

Los Solsticios

 

 

Los solsticios (del latín solstitium (sol sistere), "Sol quieto" son los momentos del año en los que el Sol alcanza su mayor o menor altura aparente en el cielo, y la duración del día o de la noche son las máximas del año, respectivamente.

 

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Las culturas antiguas tenían particular respeto y dedicación a la astronomía y de manera especial al Sol, a cuyo estudio y ofrenda dedicaron gran cantidad de sus templos. 

Por ello se les daba a los solsticios especial atención, puesto que son precisamente los momentos del año cuando el sol llega a sus puntos más lejanos de oscilación entre el Sur y el Norte, en junio (Cáncer) y diciembre (Capricornio) ; es decir, en el momento que en el Astro Rey tiene su máxima declinación meridional (al sur) o septentrional (al norte), aparentando detenerse (de ahí el termino latino Sol – Stitium) para iniciar su camino pendular de regreso hacia el otro extremo. 

Desde las épocas más remotas y prácticamente en todas las civilizaciones se han festejado las fechas en que se presentan los solsticios: en Roma, se dedicaban al Dios JANO, representativo del Sol, quien presidía los comienzos, las iniciaciones (en latín INITIUM, INITIARE) y en particular el ingreso del Sol en los dos hemisferios celestes. 

El mito de Jano aparece en las tradiciones gnóstica e iniciática de la más remota antigüedad, erigiéndose en uno de los símbolos fundamentales de la Ciencia Sagrada. 

Para entender la trascendencia de la adopción de este mito en la Francmasonería, hay que tener presente que el mito solar, modelo a escala de la magna dinámica del Logos en el Universo, es uno alrededor de los cuales gira integralmente la estructura simbólica masónica. 

En cuanto a la recurrencia de la tradición juanítica primitiva con el esoterismo cristiano, cabe señalar una estrecha relación, manifiesta en no pocos textos bíblicos, entre Jesús, nacido en el solsticio de invierno y Juan Bautista, celebrado en el solsticio de Verano, relación disuelta por razones teológicas muchos siglos después del inicio de la era cristiana, transponiendo esta relación de Jesús con Juan Bautista a Juan Evangelista. 

El cristianismo, conocido receptáculo de las doctrinas anteriores a ella, adaptó la tradición Juanítica primitiva y la asimiló a la mitología Crística, ocupando un lugar preponderante al anular las fiestas “del asno” en verano y las “saturnales” de invierno para cambiarlas por las fiestas de San Juan Bautista y San Juan Evangelista, respectivamente. En la Edad Media el ya entonces San Juan de los cristianos fue adoptado como “santo patrón” de los Collegia Fabrorum de artesanos y luego de los constructores, masones operativos, de donde pasó a la masonería especulativa desde su mismo surgimiento, a principios del Siglo XVIII. 

Desde entonces y hasta la fecha, la Francmasonería asimiló a Janus dentro de su estructura simbólica y celebra en su honor las fiestas de Solsticiales, que como marcan algunos ceremoniales alusivos. Aquí nos sale al paso una pregunta: ¿Por qué dicen pertenecer a una Logia de San Juan? 

Desde el punto de vista Histórico, según una acreditada versión a la que hacen referencia varios autores masónicos, la utilización material del término “Logia de San Juan” dentro de la Mas:. se remonta al tiempo de las Cruzadas, cuando algunos caballeros masones se unieron a sus similares de la Orden de San Juan de Jerusalén, mejor conocidos como Templarios, por lo que en un gesto de solidaridad con los principios de estos últimos, fue aceptado por los primeros. Se cuenta que de ahí en adelante todas las logias se llamaron “Logias de San Juan”. Tal vez en forma sincrónica San Juan fue también tomado como patrono por parte de las corporaciones que ya señalamos. 

No obstante esta explicación, que pudiera ser satisfactoria y suficiente a los ojos profanos, deja en los practicantes del Arte Real un hueco que requiere ser llenado al abrevar unas cuantas gotas del vasto manantial de la ciencia sagrada tradicional. He aquí algunos hallazgos: 

El nombre JANUS o JANO tiene un parecido muy singular con el de JUAN y no es por casualidad que éste fue puesto por la tradición judeocristiana en el exacto lugar de aquel. 

Filológicamente el nombre JUAN, en Hebreo Johan, en Griego Joánes, en Persa Jehan, en Salio Jánes, en Francés Jean, en Inglés John, en Alemán Johann, tiene por radical la voz semítica JAN. 

También tiene una estrecha relación con el dios GANESA, el “señor de las dos vías” de la tradición hindú. 

Ahora bien, si tomamos el nombre hebreo JEHOHANNAN, resulta que su traducción es “Agraciado o favorecido de Dios”, es decir, iluminado, iniciado. Por lo tanto el hecho de reconocerse como hermano o discípulo de Juan dentro de nuestra organización es de lo más correcto, dado nuestro carácter iniciático y tendiente al perfeccionamiento. 

Jano y el Tiempo: 

Por otra parte, desde un aspecto temporal, la imagen de Jano se interpreta habitualmente como símbolo del pasado (el perfil de un viejo) y el porvenir (el perfil de un joven). Interpretación correcta, aunque incompleta, dado que entre el pasado que ya no es y el porvenir que todavía no es, está un tercero y verdadero rostro de Jano, invisible, que mira el presente, que en la manifestación temporal no es sino un momento inasequible. 

No obstante, en la manifestación trascendente del espacio-tiempo es eterno, contiene toda la realidad. Este tercer rostro corresponde en la tradición hindú al tercer ojo de Shiva, invisible también y simbólico del “sentido de la eternidad”, cuya mirada por un lado reduce todo a cenizas, destruye todo lo manifestado, pero por otro, cuando la sucesión (línea) se convierte en simultaneidad (círculo), ve todas las cosas que moran en el “eterno presente”. 

Así, Jano, igual que Shiva, es “señor del triple tiempo” y al mismo tiempo “señor de la eternidad”. Por su parte y en este mismo sentido, desde el punto de vista del esoterismo cristiano, el Cristo domina el pasado y el porvenir; coeterno con su Padre, es como él, “el antiguo de los días” (“in principium erat verbum”, como dice San Juan, con lo que Jano se asocia simbólicamente al Verbo Eterno) y al mismo tiempo quien vive y reina en el futuro “por los siglos (ciclos) de los siglos (recurrencia eterna)”. Pero cabe señalar que el “Señor de los Tiempos” obviamente no puede estar sometido al tiempo, igual que como dice Aristóteles, el principio del movimiento universal es necesariamente inmóvil. 

Etimológicamente, la palabra Juan se relaciona con el vocablo latino JANUA, en castellano “puerta”, de donde a su vez deriva la palabra JANUARIUS o enero, inicio. 

En este contexto, es interesante resaltar el significado de puerta lo tiene también la letra griega “Delta”, que tiene la forma de un triángulo, forma empleada por los antiguos para el diseño de las puertas de acceso a los templos iniciáticos. 

JANO representativo del ideal iniciático, simboliza, al igual que el Delta griego, la puerta de entrada a la verdadera iniciación e indica perfectamente que en la Mas:. tenemos y tomamos a nuestros viejos usos y costumbres como Piedra Fundamental del desarrollo de nuestras actividades; pero en lugar de estancarnos viviendo del pasado, debemos y tenemos la obligación de utilizarlas con miras al futuro para ser mejores y hacer mejoras en beneficio de nuestras familias, de nuestra comunidad, de nuestra nación y del mundo. 

De tal forma, la expresión “Logia de San Juan” –Logia del Sol, de la Luz creadora-, viene a ser el apelativo de toda asociación de “Iniciados”, es decir, de seres humanos que transitan en el camino hacia la auto trascendencia mediante la Iniciación, término que aplicado en su sentido más general se emplea para designar a todos los que han sido admitidos en los misterios iniciáticos y más perfectamente, según el propio Magíster, aplicado “a los verdaderos hermanos de San Juan: a los maestros de la sabiduría que constituyen la gran Logia Blanca, la más justa y perfecta Logia de San Juan en la cual debemos buscar la inspiración y el origen profundo y verdadero de nuestra Orden”

Janus y los Solsticios 

Como sabemos, los cuatro extremos de la logia representan a los puntos cardinales. Cada uno de ellos está en correspondencia con uno de los elementos vital y una estación y por ende, con los equinoccios y los solsticios: El Solsticio de Invierno al Norte; el Equinoccio de Primavera al Oriente; el Solsticio de Verano, al Sur; y el Equinoccio de Otoño al Oeste. 

El trazo de las ciudades antiguas, divididas en “Cuarteles” (Quartiers, en francés) sigue esa misma marcha del ciclo anual, que por lo regular comienza en el solsticio de invierno. En la india, por ejemplo, hay un cuartel para cada casta: 

Al Norte, los Brahamanes (ubicación polar, MM::); 

Los Ksáhtriyas al Oriente (ubicación solar, Comp:.); 

Los Vaisyas, en el Sur (AAp:.); y 

Los Sudras (Prof\) en el Occidente. 

En el Perú, en la Tradición Andina tiene un significado especial, siendo preciso desarrollarlo en un capitulo especial; por otro lado, como en muchas de las ciudades capitales latinoamericanas, se puede observar esta misma disposición, al encontrarse el Templo Mayor al Oriente, el Palacio de Gobierno (sede del gobierno) al Norte; al Sur las viviendas y los comercios al Occidente, el Gobierno Municipal (no necesariamente). 

Si el simbolismo solar tiene una relación evidente con el día, el simbolismo polar lo tiene de manera equivalente con la noche. 

La noche no representa entonces la ausencia o privación de la Luz, sino su estado primordial de “No Manifestación” . Así, si la culminación del sol visible o “material” (manifestado) ocurre al medio día, la del sol “espiritual” se ubica simbólicamente a la media noche. Por eso antiguamente se decía que los iniciados en los grandes misterios “contemplaban el sol a media noche”

El amanecer y el atardecer, son intermedios del medio día y la media noche y forman conjuntos simbólicos similares entre sí; Alba y ocaso corresponden respectivamente al oriente (primavera) y al poniente (Otoño). Así, dentro de logia hay un doble transcurrir horizontal de oriente a poniente y vertical de norte a sur cuyos ejes confluyen precisamente en el Ara, justo al Centro de la Bóveda Celeste, donde se ubica en Estrella Microcósmica o Polar, de la que pende la plomada en la Mas:. Operativa. 

De ahí que en la Masonería Operativa, en el Hemisferio Sur, la marcha Masónica en el Tem:. se realiza de manera cíclica, contrario al sentido de las manecillas del reloj (Siguiendo el recorrido solar) -poniente – sur – oriente – norte-; (en el Hemisferio Norte, el recorrido es en el sentido de las manecillas del reloj. Sin embargo, en el Hemisferio Sur, la masonería especulativa, se apega a la tradición (Marcha), pero no a la razón) 

Para los Latinos como para los Hindúes, el ciclo anual constituye una representación en miniatura del grande y eterno ciclo cósmico, de la Manifestación Universal. Se divide en dos mitades anuales: una ascendente (invierno-verano) y otra descendente (verano-invierno) , cada una de las cuales se “abre” en su respectiva “puerta” (Janua) solsticial. 

El Jano Rebis

Un antiguo emblema encontrado por Charbonneau en un libro litúrgico manuscrito del siglo XV que constituye el cierre de la hoja correspondiente al mes de enero (Januarius), muestra al Cristo con los rasgos de Jano. Se trata de un medallón en cuya parte superior se encuentra el monograma IHS con un corazón sobrepuesto y en la parte inferior el busto de un Jano andrógino (!), a la manera del Rebis alquímico, con un perfil masculino (Ianus, Jano, Juan, dios solar) a la izquierda y otro femenino (Iana, Diana, diosa lunar) a la derecha. Lleva en la doble cabeza una corona y sostiene en la mano masculina un cetro y en la femenina una llave. 

La corona aquí, es símbolo del triunfo de la unidad de lo “no manifestado” , que reina sobre la dualidad de lo “manifestado” ; la elevación de lo trascendente sobre lo espacial-temporal. 

El Cetro de Plata de la mano masculina de la izquierda, es emblema del poder Real, Temporal (solar) y la Llave de Oro de la mano femenina de la derecha, símbolo del poder Trascendental, Sacerdotal (polar). 

Las Llaves de Jano: 

La llave (clavis, clave) está relacionada al simbolismo de una herramienta ritual, el clavo (clavus). En el simbolismo cristiano las dos llaves de Jano encuentran su similar en los dos clavos de las manos de Jesús Crucificado, que señalan los extremos simbolizados por el ladrón bueno y el ladrón malo, los ejes solsticiales colocándose arriba y al centro el Cristo (Sol) en el equinoccio de primavera. 

Llaves de Jano Llaves de Jano La llave como el clavo, tiene el poder de sujetar o liberar, de atar o liberar, poseen el secreto alquímico del Solve y Coagula propio a la naturaleza de todas las cosas (la piedra llave o clave de las iglesias góticas). 

En el caso del significado de los solsticios como dos puertas, cabe decir que no se trata de una de entrada y otra de salida sino mas bien de dos salidas distintas: una del mundo profano, la otra de la oscuridad germinal (lo no manifestado) hacia la luz iniciática (el Avatâra, el nacimiento del Cristo, lo Manifestado). 

Una vez que se ha traspasado una puerta no se puede regresar por el mismo camino ni salir por ella. 

De manera enunciativa, podemos señalar según la Cábala hebrea, la izquierda y la derecha tienen distintas correspondencias que complementamos con otros conceptos señalados a continuación: 

IZQUIERDA DERECHA 

Lo Masculino, Iano*, Juan; Lo Femenino, Iana, Diana 

Ianua Inferni (Vía Lata); Ianua Coeli (Vía Arcta) 

Mundo Terrestre ” Lo Manifestado” 

Mundo Celeste “Lo no Manifestado” 

Poder Material; Poder Sacerdotal 

Manifestación Individual; Manifestación Trascendental 

Fuerza (Djelâl); Belleza ((Djemâl) 

Paraíso Terrestre; Paraíso Celeste 

Justicia (Dîn); Misericordia (Hésed) 

Sur, Norte 

Misterios menores, Misterios mayores 

Vía de los Hombres (Pitr-Yâna); Vía de los Dioses (Deva-Yâna) 

Cáncer, Capricornio 

Verano, Invierno 

Eléctrico, Magnético 

Yang, Yin 

Coagula, Solve 

Omega, Alfa 

Letra “M” del AUM; Letra “A” del AUM 

* En Latín antiguo no existía la letra J, la reemplazaba la letra I.

Tanto el Cetro como la Llave son en su sentido más profundo llaves, pues una y otra abren las puertas solsticiales: Ianua Inferni (solsticio de verano) y Ianua Coeli (solsticio de invierno), que son los dos puntos extremos al sur y al norte donde se detiene aparentemente el sol en su marcha por el ciclo anual. De hecho, el término mismo “solsticio” tiene ese sentido de “detención del sol”. 

Estas llaves que tiene en cada una de sus manos esta divinidad, son en conjunto el símbolo de la Tradición; una de ellas abre el pasado, la otra el futuro. De ahí que en masonería Jano sea igualmente el emblema de los Landmarks, o antiguos límites, leyes no escritas y fundamentos constitutivos y universales de la Orden, los que junto con las festividades solsticiales masónicas, nos indican que debemos estudiar y practicar los principios y normas establecidos desde el origen, concentrando nuestros esfuerzos en el presente para construir el porvenir. 

El tercer Jano invisible es entonces el “Portero” (Ianitor) que abre y cierra las puertas solsticiales, es el Ganesa Hindú, el “Señor de las dos vías”. Por eso Jano también era el Dios de las Iniciaciones (In – Ire, ir hacia adentro, entrar). La raíz latina y sánscrita “I” o mejor puesto por los pitagóricos con la letra ” Y “, produce la palabra “Yana (vía, camino), muy cercana al termino Ianus (“Yo soy la vía”, afirma bíblicamente Jesús. Véase otra correspondencia de las que señalábamos al principio) y similar al termino extremo oriental “Tao”. 

Janus en Logia

Nótese en la forma de la letra ” Y ” esta cualidad dual que indistintamente surge de la Unidad (yendo hacia arriba) o desemboca en ella (conduciéndose hacia abajo). La letra ” Y ” es Hércules entre la Virtud y el Vicio; es el Iniciado entre las CCol:. J\ y B\; es el Árbol de dos ramas”, el Árbol del Conocimiento, cuyo sinónimo o complemento también lo encontramos en el Tau. 

De hecho estos atributos del Jano de la izquierda y el de la derecha, se sintetizan y asumen en la figura de Melquisedec (San Pablo, Epístola a los Hebreos, VII, 3) y luego por transposición, en el Cristo mismo (otra relación Juan – Cristo). 

Dentro del Templo Masónico tenemos un conjunto simbólico polar – solar digno de ser estudiado con detenimiento: 

Desde el punto de vista Solar, el no nacido, colocado en el Occidente, al centro de las columnas solsticiales (equinoccio de Otoño) Norte (invierno) y Sur (verano), mira a través del Ara (centro, eje) al Ven:. M:. (el Sol), colocado en el Oriente en su punto intermedio o central (equinoccio de primavera). 

Desde el punto de vista Polar, el neófito circula dentro del templo como los signos zodiacales (12 Columnas) alrededor de la estrella polar (Ara) en su recorrido eterno por los cuatro puntos del espacio y del tiempo. 

JANO, CANCER Y EL SOLSTICIO DE VERANO: 

Si se reparte a los signos del zodiaco en los 4 trígonos elementales (representados en los 12 bueyes del Mar de Bronce, de profundo contenido astrológico), el Símbolo de Cáncer corresponde al “fondo de las aguas”, en sentido cosmológico, al medio en que están depositados los embriones del mundo manifestado, correspondientes en el orden macro cósmico al embrión del logos, al “Huevo del mundo”. 

El signo de cáncer es domicilio de la Luna, cuya relación con las aguas es estrecha, y al igual que ellas representa el principio pasivo y plástico de la manifestación, la esfera lunar es propiamente “el mundo de la formación”, el mundo de la elaboración de las formas en el estado sutil, punto de partida de la existencia individual. 

En el símbolo astrológico de cáncer, se ve el germen en estado de semi-desarrollo que es precisamente el estado sutil, el prototipo formal cuya existencia se sitúa en el dominio psíquico o “mundo intermedio”. Su figura es la de la “U” sánscrita, elemento espiral que en el ákshara o monosílabo sagrado “OM”, constituye el punto intermedio entre el punto (M) y la no manifestación principal la línea recta (A) que representa el desarrollo completo de la manifestación en el estado corpóreo. 

El símbolo de cáncer es doble: sus dos partes se sitúan en posiciones inversas, representativas de los complementarios, de manera idéntica al Tai Chi (yin-yang), representativo de las revoluciones cíclicas, al igual que las dos serpientes espirales del caduceo hermético; del cielo y la tierra; de los dos hemisferios del “Huevo del mundo” (las dos mitades del huevo de Leda, del huevo del Cisne, de la Serpiente); las dos mitades del andrógino primordial. Símbolo Cáncer Símbolo Cáncer 

Transpuesto al esoterismo cristiano, la parte superior del símbolo de cáncer es el Arco Iris (restablecimiento del orden sobre el caos y la renovación por el agua fecunda) sobre la nube (aguas superiores); y la inferior es el Arca de Noé (contenedora del germen de todo lo manifestado en el mundo objetivo) sobre el mar (aguas inferiores). Ambas figuras constituyen la representación bidimensional de la esfera del paraíso terrestre. De hecho, antiguamente el arca junto con las llaves fue uno de los emblemas de Jano. 

La reunión de las dos figuras representa el cumplimiento del ciclo el símbolo del ciclo solar, por la unión de su comienzo y su fin. 

El símbolo de Cáncer también vinculado al de la Concha, y ambos al de las aguas, representa el receptáculo de los gérmenes del ciclo futuro (el Veda, la Vida, el Verbo manifestado en los tres mundos) durante los períodos de “disolución exterior” del mundo. 

La concha guarda, conserva dentro de sí la perla suprema, el sonido primordial e imperecedero (In principium erat Verbum), el monosílabo “AUM” cuyos tres elementos sonoros (Mâtrâ) son la esencia del Veda trino y uno. Por eso las dos partes del símbolo de cáncer se asemejan a dos orejas atentas a escuchar el Verbo, el sonido primordial (ákshara). 

Otra curiosidad: la letra central de los alfabetos árabe y hebreo de 27 letras es la “Nun” (“N”) ocupa al igual que en el alfabeto latino el numero 14. De ahí derivan los nombres de Noé (Nû) y Jonás (Yûnus, Dhû-n-Nûn, señor del pez), relacionados simbólicamente con las aguas y con el pez. De ahí la posible vinculación con la palabra Janus no sea muy lejana. 

En complemento, la letra sánscrita “Na” se representa con un semicírculo.

Para nosotros los masones, las fiestas solsticiales tienen una profunda significación filosófica. 

Los solsticios representan el eterno contraste de la luz y la oscuridad, de la vida y la muerte y el eterno renacer de la creación, donde nada puede ser destruido, solo transformado en los tres estados naturales, sólido, líquido y gaseoso, es el ave fénix que siempre renace de sus cenizas. 

Los solsticios representan la armonía cósmica, que permite observar, año tras año, como se cumplen con asombrosa regularidad, de acuerdo a las leyes físicas de su relación con la tierra, prolonga los días o las noches, haciendo que la naturaleza cumpla inexorablemente sus ciclos biológicos. 

Astronómicamente, los solsticios se realizan cuando el sol se encuentra cruzando el Trópico de Cáncer (verano), haciendo que los días sean mas largos, en el hemisferio boreal, ocurriendo todo lo contrario en el Trópico de Capricornio (invierno), en el hemisferio austral. 

Para él hombre, el invierno es como la incomprensión, la deslealtad, el halago de los mediocres, el acomodo, la crueldad de los ambiciosos y el descaro del intolerante para defender su obsesión. Sabe que su convivencia con la naturaleza no es fácil, pero es bastante más difícil su relación con la destrucción, la opresión, la injusticia y la desigualdad humana. 

En primavera, en cambio, trae la serenidad, porque la naturaleza renace con todo su esplendor, el sol retoza amablemente entre los valles y montañas, permitiendo a toda forma de vida vegetal reverdecer y florecer, llenando el mundo con pinceladas de múltiples colores y agradables aromas. 

Nos permitimos observar desde nuestra pequeña concepción cósmica como el supremo regulador de la vida, luego de hacernos padecer sus inclemencias, nos permite convivir con la brillante renovación de la vida. 

Las aves construyen sus nidos, las abejas producen su mejor miel, las bestias se aparean, haciendo posible la perduración de su especie; es así como comprendemos que lo vivido es una dura pero necesaria experiencia, su razón hace que pueda superar con coraje sus miles de limitaciones y defectos y los desafíos de lo sobrenatural. 

Comienza a sentir el ser humano los signos de dignidad que le son consustanciales, encuentra los valores éticos del ser racional que le son ineludibles e irrenunciables, le reconforta saber que puede compartir su espíritu individualista con su hermano hombre y lograr juntos una sociedad solidaria en sus necesidades e ideales. 

La primavera hace florecer en su interior la fraternidad que nos permite entregar a nuestro hermano hombre, respeto, justicia, lealtad, tolerancia, desarrollo cultural, crítica y halago con sentimientos de perfección y para que el hombre puede disfrutar de todas estas cosas maravillosas, el último día de la primavera es el más largo del año, excelente lección del G:.A:.D:.U:. , ofreciéndonos con grandeza las cosas buenas para que las disfrutemos en extenso. 

Al celebrar este solsticio de verano nos recuerda que es momento de cambios, hagamos, pues, que el solsticio que celebramos nos haga sentir la perfección con que el G:.A:.D:.U:. hace sus cosas, alimento de nuestro espíritu, a fin de que se convierta en semilla de la fraternidad, la misma que caída en terreno fértil genera un frondoso árbol, cuyas ramas se extiendan como amparo para nuestro hermano hombre, ávido de alimento corporal y espiritual, sediento de justicia y de libertad, inquieto para lograr el respeto a sus ideas, buscador incansable de un centro de unión en el que reine la tolerancia para los conceptos religiosos, políticos, de cultura o nacionalidad. 

Es pues en verano que, con la plenitud de la luz, que se maduran los frutos, como a nosotros nos hacen madurar en ilustraciones y conocimientos las enseñanzas de nuestra madre logia. 

El masón debe evaluar los factores de la naturaleza que influyen en su vida para que en el esfuerzo de conquistar nuestra naturaleza humana hallemos en aquello que nos brindan los medios, la fortaleza suficiente con la que superemos las dificultades de nuestra existencia. 

Cuando niños aprendemos por instinto a caminar, a hablar, a dormir y despertar, pero necesitamos de nuestra madre para alimentarnos y gozar confortablemente en su regazo. 

En la juventud, apasionada, agresiva, reformadora, irrespetuosa, rebelde, impulsiva, de vida en plena libertad, sin ataduras a los conceptos y a las formas, hacemos en ella la idealización de nuestros actos, procurando que el mundo sienta la necesidad de cambiar, si es a nuestro modo de pensar mucho mejor. 

Cuando adultos, se van formando nuestros pensamientos, ideas y nuestro propio carácter, dejando de lado el idealismo fácil y placentero, buscando y encontrando que la renovación es vida, o que la vida es renovación, dándonos a entender que debemos devolver siempre el beneficio recibido. La dedicación y afecto de los que amamos serán siempre un norte de nuestras acciones, devolviendo ternura, instrucción, reconocimiento y respeto a cuantos nos rodean, logrando, de esta forma, el equilibrio emocional propio de la adultez. 

Que este nuevo solsticio, que éste cambio que hace la naturaleza, nos haga meditar en la necesidad de reactivar nuestra voluntad de renacer, que nos haga reflexionar en la necesidad de compartir el alma, cual semilla de fraternidad, que nos repitamos cada día que cada ser humano requiere ser levantado de sus desgracias. 

Hermanos, la tiniebla más breve y el día más largo han llegado a la cita habitual, el verano se abre esplendoroso pleno de sol y de esperanzas y tenemos la certeza que todo hombre tiene el derecho que lo saquemos de la infamante tumba donde lo han postrado el egoísmo, la ambición, la traición, la felonía y la hipocresía. 

El 24 de Junio será el solsticio y nos recuerda queridos hermanos que cada día debemos poner lo mejor de nosotros mismos en procura de ser mejores SERES HUMANOS DE BIEN, libres y de buenas costumbres, para que nadie diga que hemos trabajado en vano. 

Centauro 996